En este artículo nos centraremos en el análisis de determinados comportamientos agresivos en el ámbito de la conducción, ya que una buena parte de las causas de los accidentes de tráfico podrían explicarse a partir de los motivos que llevan a un conductor a comportarse de manera agresiva; a este respecto, cabe mencionar que el 90 % de los accidentes tiene su origen el factor humano, como el estrés, los estados de ánimo, la ingesta de alcohol o drogas, las conductas agresivas de algunos conductores, etc…

Ante todo, cabe resaltar que no todos los conductores se encuentran en permanente estado patológico de agresividad mientras se encuentran detrás de un volante; la aparición de ciertos factores desencadenantes pueden transformar a algunos conductores en agresivos “temporales” (“sic” un pequeño golpe), sin que la mayoría ni siquiera se den cuenta de su agresividad. Tampoco se puede vincular necesariamente un comportamiento agresivo al volante con la conducción de coches de alta potencia.

Los conductores agresivos suelen mostrar su hostilidad con intención de intimidar o provocar, con actuaciones “mafiosas” como:

  • Aplicación de ráfagas de luces.
  • Toque prolongado de bocina.
  • Gesticulación excesiva y manifiesta de desaprobación hacia el otro usuario.
  • Gesticulación obscena.
  • Activación de las luces de “warning” o de frenada.

El conductor tipo que cae dentro de estos comportamientos resulta ser:  varón. relativamente joven. sin control de sus emociones /impulsos, fácilmente irritable. que da salida a su frustración en el volante, enfadado (posiblemente por la propia situación de tráfico), en situación de tráfico que le confiere cierto anonimato y/o posibilidad clara de escape, cree que posee excelentes dotes para el control del vehículo, y se ve obstruido por inexplicables e inesperadas congestiones de tráfico. A diario se producen multitud de ocasiones para contemplar cómo el ser humano emplea el coche para expresar sus frustraciones en forma de bronca hacia los demás. Los consejos a seguir en caso de encontrarse frente a un conductor agresivo son apartarse de su camino, no desafiarle ni competir con él, no mirarle, evitar el contacto visual, ignorar sus gestos y denunciarlo a la policía.

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Las razones principales que producen los actos agresivos o violentos dentro del tráfico habitual son:

  • La prisa.
  • La congesión del tráfico.
  • El disfrute de la prioridad.

El disfrute de la prioridad es el elemento que, mezclado por la prisa, puede producir actitudes muy violentas. Alrededor del 30% de los conductores es más agresivo cuando ve peligrar su prioridad, sea la general o la indicada por alguna señal.

Respecto a la congestión del tráfico, las actitudes más violentas se suelen ver en ámbito urbano, en zonas localizadas y a las típicas horas punta, cuando se producen atascos interminables. En el 18% de los casos el tráfico tupido y los atascos producen actitudes violentas. Gran parte de los desencadenantes de estas actitudes en casos de circulación muy lenta y atascos se encuentran en el calor o el ruido generado por el tráfico (¿alguien soporta el coro de bocinas?). Si a ello sumamos elementos como el estrés y las prisas, gran parte de ellas seguramente generadas en los horarios punta, nos encontramos ante una bomba de relojería.

A modo de resumen, cabe resaltar que existen factores sociales, culturales y de educación que influyen en gran medida en la aparición de estas conductas negativas. Desde elementos más incontrolables como el egocentrismo, la intolerancia o la falta de respeto (englobable dentro del factor personalidad) hasta la educación recibida pasando por los modelos sociales que se transmiten en medios de comunicación. Por ello, la educación vial debe partir desde los estadios de educación más bajos hasta las autoescuelas.

 

Manuel Escriche. Psicólogo Colegiado 11341.